El profesor asociado Gabriel Fuentes Córdoba de la Facultad de Artes Liberales examina cómo los diferentes sistemas de uso, gestión y propiedad de la tierra afectan la vida de las personas a través de un análisis cuidadoso de las relaciones causales basadas en datos, estadísticas y encuestas. Dice que una acumulación de estudios desde diversas perspectivas puede contribuir a diseñar políticas destinadas a resolver los problemas de la tierra.
La crisis financiera mundial que comenzó en 2007 fue lo que desencadenó mi interés por las finanzas y la economía. A medida que profundizaba en estos campos, me encontré inmerso en la microeconomía, más específicamente, las cuestiones relacionadas con el uso de la tierra y los sistemas de derechos de propiedad en los países latinoamericanos, incluido mi propio país, Panamá.
En el primer proyecto en el que trabajé, mi enfoque fue evaluar la relación causal entre los tipos de derechos de propiedad que las personas tienen sobre sus tierras en Panamá y su productividad agrícola utilizando varios conjuntos de datos y estadísticas, incluidos datos de estudios de parcelas. El resultado fue, como esperaba, una mayor productividad e inversiones entre las personas que tenían títulos completos en comparación con aquellas que no tenían total seguridad de tenencia.
En el segundo proyecto, me centré en las situaciones económicas de los hogares de los pueblos indígenas del oeste de Panamá, donde existen diferentes tipos de derechos de propiedad: individual y comunal. El resultado de mi investigación mostró que las personas que viven en áreas donde la tierra es de propiedad comunitaria tienen niveles de consumo más bajos en comparación con aquellos que viven fuera de esos territorios. Pero cuando se trata de analizar por qué es así, hay que tener cuidado al determinar si el estilo de propiedad de la tierra es la causa principal, ya que podría haber muchos otros factores y variables de confusión. Por ejemplo, también se encontró que las personas que vivían dentro de las tierras comunales estaban menos involucradas en actividades de mercado. Además, los servicios públicos, incluido el acceso al agua y la cobertura de electricidad, no son suficientes en las áreas comunales, lo que puede deberse a la semiautonomía otorgada oficialmente por el gobierno. Esto se utiliza como excusa para la insuficiencia de la inversión pública. También puede deberse a la poca representación de los residentes en el gobierno.
En un caso como este, es difícil señalar una única causa dada la complejidad de un fenómeno en el que interactúan muchos factores. Ampliar la escala de mi investigación y centrarme en otros países con sistemas de propiedad de la tierra similares puede ayudar a mejorar la generalización del análisis.
Uno de los proyectos en los que estoy trabajando actualmente también trata sobre el concepto de comunidad. El tema de la investigación son los bosques gestionados por comunidades en Camboya y el bienestar de las personas que gestionan los bosques. Uno de los indicadores de una gestión forestal exitosa es la mitigación de la deforestación, que puede medirse utilizando datos de sistemas de información geográfica. Como barómetro del bienestar de las personas, utilicé los datos de su consumo alimentario y no alimentario. En ocasiones, el consumo es un mejor indicador del bienestar en comparación con los ingresos, que son más volátiles.
Hasta ahora, mi encuesta preliminar y análisis de datos han revelado que el consumo individual de alimentos está mejorando entre quienes viven en los bosques cuyos recursos son administrados por las comunidades. Sin embargo, tengo la intención de evaluar otras posibles variables de confusión antes de establecer la causalidad. También tengo que analizar todavía cómo la gestión forestal comunitaria afecta la deforestación que se ha estado acelerando durante los últimos 30 años en Camboya.
Las cuestiones agrarias han sido controvertidas en América Latina durante siglos. Se han implementado muchas políticas para abordar y prevenir las desigualdades en el uso y la propiedad de la tierra, pero no todas han demostrado ser exitosas. Intento analizar cómo las políticas y los acontecimientos históricos afectaron las condiciones de vida de las personas.
Si bien este tipo de investigación puede ser útil para formular recomendaciones de políticas, los investigadores deben tener cuidado con las variables de confusión y lo que pueden haber pasado por alto.
Los responsables de las políticas también necesitan ser informados de que no deben referirse a un solo estudio, sino a una acumulación de investigaciones, cuando intentan reflejar elementos de los hallazgos académicos en las políticas. Creo que para crear políticas que contribuyan a las personas, son necesarios enfoques integrales e integrados.
“Por qué fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza” por Daron Acemoglu y James A. Robinson, publicado por Crown Currency
Este libro comparte historias de casos de sociedades que prosperaron y de aquellas que no. Sostiene que esto se debe a diferencias institucionales, incluidos los sistemas de derechos de propiedad y los sistemas políticos. Los autores utilizaron un enfoque llamado nueva economía institucional, que dio forma al tipo de investigación que hago. Aunque se publicó por primera vez en 2013, todavía tiene impacto y ayuda a comprender el estado de varias sociedades.