CIUDAD DE PANAMÁ (AP) — El principal candidato para ser el próximo presidente de Panamá es un suplente de último momento que promete devolver al país centroamericano a una época de auge que, según los expertos, será difícil de recuperar.
José Raúl Mulino, abogado marítimo y ex ministro de seguridad, encabezó la lista presidencial después de que las autoridades electorales de Panamá dictaminaran Expresidente Ricardo Martinelli inelegible tras su condena y sentencia por lavado de dinero.
Sin el carisma ni el atractivo popular de Martinelli, pero beneficiándose del fuerte apoyo del magnate de los supermercados, Mulino ha mantenido una saludable ventaja en un campo repleto de ocho candidatos antes de las elecciones del 5 de mayo.
El resto de candidatos incluye a un par de candidatos que no tuvieron suerte en elecciones anteriores —Ricardo Lombana y Rómulo Roux—, así como al expresidente Martín Torrijos. Los tres están prácticamente empatados en el segundo puesto detrás de Mulino, según encuestas recientes. Mulino se saltó los tres debates presidenciales.
Mulino ha hecho campaña con promesas de crear empleos y detener Migración a través de la selva del Darién en Panamádonde más de medio millón de personas marcharon el año pasado. El mensaje ha resonado en un electorado cansado del establishment político del país, pero nostálgico de los días de una economía floreciente.
Sin embargo, Panamá no está creciendo como durante la presidencia de Martinelli (2009-2014), y los expertos esperan que la economía se desacelere el próximo año.
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Un factor en la desaceleración económica es la decisión de la Corte Suprema de declarar inconstitucional la legislación que otorgaba una concesión de 20 años a una enorme mina de cobre. La decisión se produjo después de semanas de protestas callejeras de un amplio sector de la sociedad panameña, agitada por las preocupaciones sobre el acceso al agua. En medio de una preocupante sequía — y el fervor nacionalista por el acuerdo con una empresa minera canadiense.
La prolongada sequía también ha reducido el tráfico a través del Canal de Panamá, un motor económico fundamental para el país.
La candidatura de Mulino está sujeta a un recurso de inconstitucionalidad porque no fue seleccionado a través de una primaria partidaria y no tiene compañero de fórmula. La Corte Suprema no ha aclarado cuándo se pronunciará sobre ese recurso.
El ascenso de la candidatura de Mulino se ha producido mientras se desarrolla la propia saga legal de Martinelli.
Ya prohibido por el gobierno de Estados Unidos, Martinelli fue condenado por lavado de dinero en Panamá en julio pasado y este marzo las autoridades electorales lo descalificaron de los comicios, lanzando a Mulino al primer puesto en la lista del partido Alcanzando Metas.
Para entonces Martinelli ya estaba se atrincheraron en la embajada de Nicaraguaa donde huyó porque las autoridades panameñas planeaban detenerlo para que cumpliera su condena de 10 años.
Martinelli ha hecho campaña por Mulino a través de plataformas de redes sociales desde detrás de los muros de la embajada, enfureciendo al gobierno panameño, que ha rechazado las solicitudes de Nicaragua para permitirle salir del país.
En su último acto de campaña el domingo, Mulino mostró un video que Martinelli había hecho desde el interior de la embajada de Nicaragua. En él, Martinelli decía que era un perseguido político e instaba a sus partidarios a votar por Mulino.
Martinelli “no puede estar aquí con nosotros debido a la injusta persecución política en su contra”, dijo Mulino a la multitud.
“La mayoría de los panameños están enojados y furiosos con la clase política del país”, dijo Michael Shifter, profesor adjunto de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Georgetown. “Mulino se beneficia de la imagen de Martinelli y de la percepción de que el país estaba mucho mejor durante el mandato del expresidente”.
Ese hecho no pasa desapercibido para Mulino, a quien rara vez se lo ve sin su gorra azul “Martinelli Mulino 2024” y quien ha prometido ayudar a Martinelli si es elegido.
En un reciente mitin de campaña en las afueras de la ciudad de Panamá, Mulino enfatizó su mensaje de traer a Panamá “una administración de esperanza, de empleo… porque vamos a trabajar, trabajar y trabajar para recuperar la fe y la confianza en nuestro sistema y reforzar nuestra democracia”.
“Mulino es alguien que puede sacar al país de este flagelo de la delincuencia y de esta crisis que tenemos, que es la falta de empleos”, dijo Adriano Cueto Valencia, un trabajador de 61 años que caminaba con Mulino por un barrio obrero de la capital.
Fidedigna Pérez, una jubilada de 73 años que vive con su hijo, está de acuerdo. “Este hombre es serio. La gente piensa que es arrogante, pero sé que puede ayudarnos a bajar los precios de los alimentos, ayudar a los pobres. Por eso Martinelli lo nombró candidato”.
Mulino asegura que cuando era ministro de Seguridad de Martinelli logró expulsar a la extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia del territorio panameño en la densa selva del Darién compartida con Colombia. Pero los expertos aseguran que fue en esa misma época cuando comenzó a aumentar la inmigración por esa frontera compartida, además de un intenso tráfico ilícito de drogas y armas.
Sin embargo, Mulino promete, sin dar detalles, que detendrá la migración, que el año pasado alcanzó el máximo histórico de más de medio millón de personas.
“Vamos a cerrar el Darién y vamos a repatriar a toda esta gente, respetando los derechos humanos”, dijo Mulino en un reciente acto de campaña. Las autoridades panameñas, con el apoyo del gobierno estadounidense, hicieron afirmaciones similares hace más de un año, antes de que los cruces se duplicaran nuevamente.
Mientras era ministro de Seguridad, Mulino también fue fuertemente criticado por reprimir violentamente las protestas de los trabajadores indígenas de plantaciones bananeras en dos provincias en 2010. Dos personas murieron y más de 100 resultaron heridas.
“Hay demasiadas incógnitas con Mulino”, dijo Rodrigo Noriega, analista político y columnista del diario La Prensa. “El tema anticorrupción, el tema de (represión de) la protesta social… y el manejo blando del tema de la corrupción de Ricardo Martinelli”.