Panamá, hogar de 4,5 millones de personas, es considerado uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, con más de 10.000 especies de plantas, más de 200 especies de mamíferos y más de 900 especies de aves autóctonas. Su abundante patrimonio natural impulsó al gobierno de Panamá a comprometerse en diciembre de 2022 con el Marco Global de Biodiversidad, cuyo objetivo es que las naciones tomen medidas urgentes para detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030, construyendo así un futuro mejor en armonía con la naturaleza.
Ahora, Panamá se ha convertido en uno de los primeros países del mundo en desarrollar un plan integral de implementación para poner en acción el Marco Mundial de Biodiversidad (GBF). Este plan pretende ser audaz y transformador, y está diseñado para proteger los ecosistemas naturales de la nación y mitigar los efectos del cambio climático, mientras maximiza los beneficios socioeconómicos de las inversiones en capital natural.
Milciades Concepción conversó con Duko Hopman de McKinsey sobre la visión de Panamá sobre la conservación de su biodiversidad natural y los pasos que se están tomando para implementar su programa 30×30 lo antes posible. A continuación se muestra una versión editada de su conversación.
McKinsey: ¿Cuál es la importancia del Marco Mundial de Biodiversidad para Panamá y qué le hizo decidir tomar medidas?
Milciades Concepción: Panamá tiene un importante capital natural y juega un papel importante en la diversidad y conectividad global. Por eso, hemos establecido planes ambiciosos en materia de desarrollo sostenible, energía, cambio climático y biodiversidad. Para empezar, hemos actualizado los compromisos del país con la conservación de la biodiversidad, tal como se refleja en nuestra Estrategia y Plan de Acción Nacional de Biodiversidad hasta 2050. También nos hemos comprometido con un Plan de Reactivación Económica, que apunta a crear un modelo ambiental que pueda transformar la economía del país. estrategias económicas, sociales y financieras. Este plan ayudará a reducir la pérdida de biodiversidad proponiendo acciones transformadoras para 2030, que permitirán la recuperación de los ecosistemas naturales.
En 2021, Panamá se unió a la Coalición de Alta Ambición (HAC) para la Naturaleza y las Personas, un grupo intergubernamental que es pionero en un acuerdo global para proteger al menos el 30 por ciento de la tierra y los océanos del mundo para 2030, denominado objetivo “30×30”. En 2022, acordamos abordar este objetivo a través de nuestro Programa de Implementación 30×30, cuyo objetivo es detener la pérdida de especies y proteger ecosistemas vitales, al tiempo que mitigamos los efectos del cambio climático. Nuestro objetivo es la conservación de alta calidad y la implementación efectiva, incluidas iniciativas para mejorar los esfuerzos de gestión de la conservación en áreas protegidas (AP) existentes, así como los esfuerzos de conservación y restauración fuera de las AP.
McKinsey: ¿Cómo diseñaron el programa Panamá 30×30 y cuál es el cronograma esperado de implementación?
Milciades Concepción: Hemos trabajado en el programa Panamá 30×30 a través de una estructura organizada y coordinada con la participación del sector público y privado, ONG, autoridades indígenas y centros de investigación. A partir de datos científicos y análisis geoespaciales de áreas protegidas terrestres y marinas, se han propuesto nuevas iniciativas transformadoras para lograr una conservación de calidad en el marco 30×30.
Para supervisar la implementación, establecimos el Centro para la Conservación y la Sostenibilidad (CONSOS) que tiene capacidades digitales para monitorear el progreso de los muchos esfuerzos que hemos desarrollado. CONSOS está formado por el Ministerio de Medio Ambiente, ONG y otros actores clave, y tiene cinco áreas de enfoque: espacio terrestre, espacio marino, financiero, regulatorio y gestión del cambio. En los últimos seis meses, ya hemos desarrollado tres objetivos principales, que llevaron a la creación de las tres primeras fases.
El objetivo de la primera fase fue establecer por qué el GBF es importante para Panamá y los beneficios que pretendemos generar a través de su implementación. Definimos estas prioridades a través de talleres multidisciplinarios que involucraron a actores clave de la comunidad y los sectores público, privado y académico. Establecimos una línea de base de las AP existentes y otras medidas de conservación efectivas para comprender las brechas en estas prioridades. Esto ha resultado en objetivos claros del programa, indicadores clave de desempeño y una gobernanza y metodología de torre de control identificadas.
El programa Panamá 30×30 está cambiando la forma en que el gobierno y el mundo exterior ven al Ministerio: de un centro de costos a una oportunidad de inversión.
Milcíades Concepción
En la segunda fase, nos propusimos definir un plan basado en el riesgo de conversión, la optimización de resultados y las iniciativas de base existentes para la conservación tanto del océano como de la tierra. Se creó un mapa detallado de riesgo de conversión espacial, basado en análisis geoespaciales del territorio marítimo y terrestre. Se desarrolló un conjunto de escenarios 30×30, extraídos de variables espaciales seleccionadas, así como una evaluación rápida de los costos, beneficios y facilidad de implementación de cada escenario. Además, identificamos iniciativas legislativas, financieras y de gestión del cambio que respaldarían la implementación total del GBF, incluido, por ejemplo, el apoyo a prácticas agrícolas regenerativas fuera de las AP.
La tercera fase se centró en la elaboración de un plan de implementación integrado con un caso de negocio y una justificación de financiación para cada iniciativa. Creamos una lista de prioridades de conservación y financiamiento necesarias para lograr la implementación del GBF, incluida la estimación de costos, el cronograma y la designación de líderes de iniciativas. También diseñamos un mapeo espacial de instrumentos financieros y de conservación para producir una “curva de costos” detallada para cada iniciativa marítima y terrestre. Luego establecimos una torre de control central para albergar las capacidades necesarias para respaldar a los cientos de propietarios de iniciativas.
McKinsey: ¿Cuál es el papel de la naturaleza para el icónico Canal de Panamá y otros componentes clave de la economía?
Milciades Concepción: El programa 30×30 permite transformar los procesos productivos, principalmente en los sectores agrícola, turístico y energético, de manera que se incorporen efectivamente criterios de sostenibilidad, cambio climático y conservación de la biodiversidad. Por ejemplo, trabajamos con la Autoridad del Canal de Panamá para ampliar la protección de áreas boscosas que aseguren la recarga hídrica del Canal.
McKinsey: ¿Cómo financiará Panamá la implementación de su programa 30×30 y cuáles prevé que serán los desafíos?
Milciades Concepción: Dados los muchos beneficios que se derivarán de la protección de nuestro capital natural, es importante fortalecer nuestras finanzas públicas para la biodiversidad. Estamos trabajando para establecer una arquitectura financiera para implementar proyectos alineados con los objetivos globales de biodiversidad de acuerdo con la agenda 2030.
La ejecución del programa requerirá una inversión de aproximadamente $265 millones durante los próximos ocho años, oscilando entre $33 millones y $45 millones por año. Las actividades que se están implementando incluyen el manejo efectivo de áreas protegidas, manejo de desechos en comunidades costeras, restauración de bosques y manglares dentro y fuera de las AP, conservación de áreas en riesgo de degradación, desarrollo de agricultura y pesca sostenibles, capacitación de comunidades y la implementación de el Acuerdo de París (por ejemplo, a través de créditos de carbono).
Contamos con el apoyo del Ministerio de Economía y Finanzas para asegurar la asignación de recursos de inversión pública en la identificación y secuenciación de diversas instituciones financieras. También estamos coordinando con socios estratégicos, incluidas agencias internacionales que están ayudando con la asignación de recursos financieros; por ejemplo, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial está asesorando sobre cómo sostener eficazmente una estructura financiera para la gestión ambiental y la biodiversidad.
Una de nuestras principales prioridades es trabajar en estrecha colaboración con los grupos indígenas, ya que son partes interesadas clave y propietarios de muchas de las prioridades descritas en este plan, así como forjar asociaciones con el sector privado como actor estratégico.
McKinsey: ¿Qué orientación daría a otros países que planifican sus propias iniciativas 30×30?
Milciades Concepción: Nuestra iniciativa debe servir de guía: somos un país carbono negativo, un Líder Azul y pioneros en alcanzar las metas 30×30. Nuestra principal lección ha sido que la gestión intersectorial con diferentes actores de la sociedad para lograr los objetivos esperados es clave, pero también lo es la implementación temprana y rápida de medidas de protección e inversión del capital natural.